La comunidad que sana el trauma: la red global que une a las víctimas de ataques de tiburón

Sobrevivir a un ataque de tiburón es solo el comienzo de un largo y solitario camino. El trauma psicológico, el dolor crónico y la incomprensión social son secuelas que pocos pueden entender. En este contexto, un grupo de apoyo se ha convertido en un refugio para las víctimas. Lo que inició como un grupo de …

Anika Craney estaba en una cama de hospital, recuperándose de un feroz ataque de tiburón en la Gran Barrera de Coral, cuando recibió un mensaje de bienvenida a un grupo privado de Facebook: el “Bite Club”. Al otro lado de la pantalla, el fundador del grupo, Dave Pearson, un surfista que sufrió un ataque en 2011, se había propuesto conectar a todos los sobrevivientes de ataques de tiburón que pudiera, al entender que las heridas físicas eran solo una parte de la recuperación. Así lo relata la nota de New York Times.

Pearson, de 62 años, fue atacado por un tiburón toro que le destrozó el antebrazo. Aunque salió con vida y con el brazo intacto, el trauma fue profundo. Se dio cuenta de que, más allá de la euforia de sobrevivir y la atención mediática, venían meses de dolor, soledad y un trastorno de estrés postraumático que pocos podían entender. Por ello, fundó el Club de la Mordida, una red que ahora cuenta con más de 500 miembros en todo el mundo y que funciona como un foro médico, una línea de ayuda y un grupo de apoyo para personas que han pasado por la misma experiencia.

Anika Craney, una buceadora y amante del mar, que incluso desde la camilla del hospital gritó: “¡Sigo amando a los tiburones!”, encontró en este club el consuelo que necesitaba. En sus primeros meses, sufrió de dolores neuropáticos, pesadillas y alucinaciones. Sin embargo, en la página del “Bite Club”, siempre encontraba a alguien despierto con quien hablar. “El dolor mental se hace más fuerte cuando te sientes sola, pero cuando puedes relacionarte con otras personas, no”, dijo Craney, según el diario estadounidense. El apoyo del grupo no solo la ayudó a sanar psicológicamente, sino que la impulsó a seguir cerca del océano, fundando un negocio para enseñar a bucear a personas con traumas.

El “Bite Club” nos muestra que las historias de supervivencia son más complejas de lo que parecen. Al ofrecer una comunidad de apoyo, estos sobrevivientes han transformado su tragedia personal en una herramienta para sanar a otros, demostrando que la verdadera recuperación no solo se encuentra en la medicina, sino en la conexión humana y el poder de un trauma compartido.

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