El picante no es un sabor, es un engaño del cerebro

El picante no activa tus papilas gustativas, pero sí tu cerebro. Un compuesto presente en los chiles provoca una sensación física de dolor y calor que el cerebro compensa con placer, en una curiosa reacción que nos vuelve adictos

Una sensación de calor y dolor, no de gusto

Contrario a la creencia popular, el picante no es un sabor, sino una sensación física de calor y dolor. Nuestras papilas gustativas solo detectan cinco sabores (dulce, salado, ácido, amargo y umami), y el picante no es uno de ellos. El responsable de esta experiencia es la capsaicina, un compuesto químico presente en los chiles y pimientos.

La capsaicina no se une a los receptores del gusto, sino a los receptores nerviosos que detectan el dolor y la temperatura en la boca. De esta manera, el cerebro interpreta esa señal como una quemadura o un calor intenso. Esta es la razón por la que, al consumir algo picante, podemos sentir que la boca nos “arde”.

La reacción del cerebro y el placer que se esconde detrás del dolor

La adicción al picante tiene una explicación científica. Cuando el cerebro recibe la señal de que hay una quemadura en la boca, se activa un mecanismo de defensa para aliviar el “dolor” que siente. En ese proceso, libera endorfinas, unas sustancias químicas que son analgésicos naturales y que nos generan una sensación de bienestar y placer. Esta respuesta, que se repite cada vez que comemos picante, es la que hace que algunas personas se vuelvan adictas a la sensación y busquen chiles cada vez más fuertes. El picante se confunde con sabor porque se mezcla con los gustos reales de la comida, creando una experiencia intensa que parece un sabor.

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