La revolución digital ha dado lugar a nuevas formas de intimidad, donde la inteligencia artificial se convierte en un actor central. Robin, una joven argentina de 18 años, relató cómo preguntó a ChatGPT por un chat sexual explícito, y aunque la plataforma pone límites, sí permite coqueteos y juegos de seducción. Sin embargo, otros jóvenes logran, con paciencia y sutileza, entablar intercambios sexuales con chatbots, proceso que implica superar filtros mediante conversaciones prolongadas y cuidadosas.
Este fenómeno plantea un cambio significativo en la manera de experimentar el erotismo y la sexualidad en el mundo digital. La interacción con chatbots personalizados ofrece una inmersión y una personalización que el porno tradicional no tiene, creando un espacio de exploración que es a la vez una oportunidad y una trampa.
Expertos como Jessica Szczuka, profesora en intimidad digital, advierten que el entrenamiento de estos modelos incorpora contenidos sexuales encontrados en internet, y la protección que tienen los chatbots es irregular y débil, especialmente en interacciones largas, lo que constituye un riesgo relevante para adolescentes curiosos que usan estas herramientas sin supervisión.
En Latinoamérica, aplicaciones como Emochi, Grok o Character AI promueven conversaciones con menos restricciones, permitiendo a los usuarios jugar con roles y fantasías. Esta evolución tecnológica coincide con un contexto donde gran parte de los jóvenes han sido expuestos a alguna forma de violencia sexual digital, según investigaciones recientes.
Los riesgos incluyen la exposición no deseada, la extorsión y el acoso, problemas que se ven agravados por la falta de conocimiento y protección de padres y adultos responsables. La línea entre exploración y abuso digital es sutil, y exige un abordaje responsable y educativo para cuidar a las nuevas generaciones.
Así, este fenómeno emergente se inserta en las conversaciones actuales sobre el futuro de la sexualidad digital, privacidad y regulación tecnológica, ofreciendo un nuevo desafío para la sociedad, que debe equilibrar la libertad y la protección en el vasto universo digital.