La economía argentina atraviesa una etapa de fuertes tensiones, marcada por la suba vertiginosa del dólar oficial que superó el umbral de los $1.500 y un riesgo país que escaló a 1.490 puntos básicos, el nivel más alto en más de un año. Esta combinación representa una señal clara de desconfianza por parte de los mercados hacia el plan económico impulsado por el equipo de Javier Milei y el ministro Luis Caputo.
A pesar de las reiteradas intervenciones del Banco Central, que en la última semana vendió hasta 379 millones de dólares para contener la escalada del tipo de cambio, el mercado desafía la resistencia del Gobierno, que busca mantener el techo de la banda cambiaria acordado con el Fondo Monetario Internacional.
La pérdida de credibilidad implica que los dólares que alimentan el plan económico ya no están garantizados, disminuyendo las posibilidades del Gobierno para sostener sus objetivos antes de las elecciones legislativas del 26 de octubre.
La compleja situación también impacta de manera directa en la inflación y el poder adquisitivo: la inflación mayorista alcanzó 3,1% el último mes y, aunque el traslado a precios minoristas ha sido moderado, es cuestión de tiempo para que la presión se note con fuerza en el consumo y los salarios.
El dilema es evidente: para proteger la deuda en moneda extranjera, el Gobierno debe comprar dólares, lo que requiere emisión monetaria y, por ende, alimenta más inflación y depreciación cambiaria. Cada medida tiene un costo político y económico que podría profundizar la incertidumbre y deteriorar la situación social.
Esta coyuntura, reflejada en el fuerte aumento del riesgo país y la escalada del dólar, representa uno de los mayores desafíos para la administración Milei en su intento por estabilizar la economía y recuperar la confianza antes de los comicios.