Un reciente estudio llevado a cabo por la Universidad de Michigan, publicado en la revista Addiction con respaldo de la Sociedad para el Estudio de la Adicción, aporta evidencia científica al debate sobre la posible adicción a los alimentos ultraprocesados, como golosinas, snacks, comidas rápidas y bebidas azucaradas.
La investigación, basada en una muestra de 2.000 adultos estadounidenses entre 50 y 80 años, identificó que el 21% de las mujeres y el 10% de los hombres en el grupo de mediana edad cumplen criterios clínicos equivalentes a trastornos adictivos. Los porcentajes disminuyen en adultos mayores, pero evidencian un problema notable en la población.
Estos productos contienen grasas, azúcares, sal y saborizantes añadidos que los hacen altamente atractivos y difíciles de resistir. La escala clínica utilizada mide síntomas similares a los de adicciones a sustancias como el alcohol o el tabaco, tales como deseo intenso, pérdida de control y persistencia pese a consecuencias negativas.
El estudio encontró que quienes perciben tener sobrepeso tienen entre 11 y 19 veces más probabilidades de mostrar adicción. A su vez, factores como problemas emocionales o sentirse aislado aumentan significativamente el riesgo. Se advierte la influencia de entornos sociales y de la mercadotecnia en este fenómeno, especialmente en mujeres.
Virginia Busnelli, médica especialista y presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición, señala que aunque el consenso no es total, existe evidencia creciente de que estos alimentos activan mecanismos cerebrales similares a drogas adictivas. Recomienda estrategias integrales que aborden no sólo el consumo, sino también las comorbilidades como ansiedad o depresión.
Ante este panorama, los expertos sugieren limitar el acceso a ultraprocesados, especialmente en menores, y fomentar hábitos alimentarios saludables para evitar daños futuros asociados a esta adicción alimentaria emergente.