La investigación por el brutal triple femicidio de Lara Gutiérrez (15), Morena Verdi (20) y Brenda del Castillo (20) en Florencio Varela avanza con detenciones y pistas cruciales, aunque persisten enigmas que podrían definir el rumbo del caso. Entre los últimos arrestos figura Víctor Lázaro Sotacuro, que fue capturado en Villazón, Bolivia, tras fugarse por temor a muerte y amenazas contra su vida.
Sotacuro, considerado chofer de la camioneta en la que trasladaron a las víctimas, dejó abandonado un Volkswagen Fox que la Policía atribuye como vehículo de apoyo que acompañaba una Chevrolet Tracker el día 19 de septiembre, fecha en la que se cometieron las ejecuciones. El automóvil aún no apareció, pero la sobrina de Sotacuro prometió entregarlo a la Justicia. Este vehículo sería clave no solo para seguir a las víctimas, sino también para transportar a los sicarios o testigos del crimen.
Investigadores extrajeron muestras biológicas de Sotacuro para cotejar ADN y determinar su posible presencia física en el lugar del triple femicidio. Cámaras de seguridad confirmaron su tránsito por zonas cercanas a la vivienda donde se perpetró la masacre. La defensa, a cargo del abogado Guillermo Endi, aportó una versión sobre el uso del vehículo durante el día del crimen, con comprobantes y testimonios que aún deben ser verificados.
Un elemento central en la pesquisa es un lapso temporal entre la noche del 19 y madrugada del 20 de septiembre en que Sotacuro no pudo justificar su paradero, coincidente con el momento del asesinato de las tres jóvenes. Los investigadores sospechan que allí ocurrió la ejecución criminal ordenada por el líder narco Julio Valverde, alias “Pequeño J”, quien permanece prófugo.
La brutalidad del crimen y la transmisión en vivo en redes sociales generan alarma nacional. Los cuerpos fueron encontrados enterrados en bolsas plásticas en un jardín de Florencio Varela. Se presume una venganza narco motivada por el robo de drogas, mientras las autoridades continúan con la búsqueda de otros implicados.
Este caso refleja la grave presencia de las organizaciones del narcotráfico en Argentina, que combinan violencia extrema con tácticas de impunidad y terrorismo mediático.