Previo al abordaje, los activistas activaron protocolos para evitar represalias, lanzando al agua sus dispositivos electrónicos y objetos potencialmente peligrosos.
Durante la intervención, mantuvieron un comportamiento pasivo: vistieron chalecos salvavidas, mantuvieron las manos visibles y evitaron contacto visual o físico con los soldados israelíes, acatando órdenes para mantener la naturaleza pacífica de la misión.
No se conoce con certeza el trato recibido por los detenidos. En operaciones anteriores, la tripulación era mantenida en cubierta durante horas, con registros estrictos y restricciones en el acceso a alimentos.
Algunas personas enfrentan acusaciones de intento de ingreso ilegal y podrían ser sometidas a deportación inmediata con prohibiciones de hasta 100 años para entrar a Israel. Activistas con prohibiciones previas, como Greta Thunberg o la eurodiputada Rima Hassan, corren el riesgo de ser detenidos más largas veces y sin opción a la deportación rápida.
La iniciativa busca romper lo que denominan “cerco de hambre y genocidio” que Israel impone sobre Gaza, una misión que ya enfrentó ataques con drones en aguas maltesas y otras intervenciones similares en junio y julio.
Los organizadores calificaron de simbólicas las cantidades de ayuda transportadas, pero aluden a la importancia política y humanitaria de la acción. La flotilla cuenta con la presencia de activistas y figuras públicas, entre ellas el actor Liam Cunningham.
El gobierno israelí ha desacreditado la misión en términos despectivos, calificándola reiteradamente como “flotilla de Hamás” y ridiculizando a los participantes. Por su parte, los países involucrados, como Italia y Francia, han solicitado una operación segura y sin violencia, y han ofrecido entregas alternativas de ayuda humanitaria que fueron rechazadas por los activistas.
Este último intento refleja la persistencia de los activistas pese a los riesgos y represalias, con un compromiso declarado a mantener viva la protesta contra el bloqueo y la crisis humanitaria en Gaza, mientras persiste una amplia controversia internacional sobre la legalidad y consecuencias del operativo israelí en aguas internacionales.