Las detenciones previas incluyen a Víctor Sotacuro, extraditado desde Bolivia, y a su sobrina Florencia Benítez, apresada en un canal de televisión después de intentar mantener un perfil bajo.
El modus operandi y la planificación evidencian un caso organizado desde la cúpula de la banda liderada por “Pequeño J”, con conexiones directas a Perú.
El pedido de captura internacional para uno de los hermanos de “Pequeño J” y para David Gustavo Huamani Morales —apodado “Loco David”— refleja la expansión regional de la investigación que busca a los implicados que habrían participado en el traslado y ejecución del crimen.
Este triple femicidio pone en evidencia las complejas redes del narcotráfico transnacional que operan en el Gran Buenos Aires y los vínculos con estructuras criminales en Perú.
La violencia y la crueldad del caso, así como la transmisión en vivo del ataque a través de redes sociales cerradas, revelan una estrategia para infundir temor y controlar territorios desde el crimen organizado.
A medida que la investigación avanza y se buscan a los prófugos, la Justicia enfrenta el desafío de desarticular una red criminal internacional que no solo muestra un patrón de violencia extremo, sino también una sofisticación que trasciende las fronteras.
La causa invita a reflexionar sobre las conexiones regionales del narcotráfico y la necesidad de respuestas coordinadas a nivel nacional e internacional.