Posturas enfrentadas y la crisis política
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció que llevará al Consejo de Ministros un requerimiento formal para que Madrid, Baleares y Aragón cumplan con la obligación legal de crear este registro, advirtiendo que acudirán a la justicia en caso contrario.
Sánchez rechazó el argumento de la oposición y señaló que el registro es clave para hacer cumplir la ley y garantizar la equidad en el acceso a la IVE.
Por su parte, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha criticado duramente el registro y la gestión del Gobierno central, tildando a Sánchez de “machito” y rechazando que se obligue a médicos a inscribirse.
Propone que la inscripción en el registro sea voluntaria para respetar la libertad de conciencia y el anonimato protegido por la Constitución.
Ayuso también cuestionó la gestión del derecho al aborto, calificó de “frívolo” el discurso gubernamental y criticó la falta de políticas que promuevan el embarazo, así como la cifra de más de 106.000 abortos anuales en España, describiéndola como un fracaso social.
Esta actitud ha provocado tensiones dentro del PP, con el líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, que inicialmente instó al cumplimiento de la ley, pero luego propuso crear un registro de médicos que sí practiquen abortos, postergando o rechazando el de objetores.
Impacto en la prestación sanitaria y derechos en juego
El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, ha defendido el registro como una herramienta de gestión esencial y negó que sirva para “perseguir” o “señalar” a médicos.
También desestimó la propuesta de registrar a los no objetores, argumentando que no tiene sentido, ya que por defecto la prestación está garantizada salvo la objeción expresa.
El registro es crucial para organizar adecuadamente los recursos sanitarios y evitar que la IVE dependa de la voluntad o el número indeterminado de objetores en un centro o región.
En la Comunidad de Madrid solo se realiza el 1% de los abortos en la sanidad pública, mientras que en otras regiones, como Roma (ejemplo mencionado por el presidente Sánchez), el porcentaje supera el 90%, reflejando la disparidad en la aplicación de la ley y la disponibilidad efectiva del servicio.