El presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, expresó su disposición a participar en una cumbre en Budapest junto a los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Rusia, Vladimir Putin.
El objetivo central será discutir el futuro del conflicto armado en Ucrania, enfatizando que ningún acuerdo debe alcanzarse sin la presencia activa y consentimiento de Kiev.
Zelensky destacó la importancia de garantizar un proceso de diálogo libre de presiones militares y bajo condiciones que aseguren la seguridad de Ucrania.
Durante una reunión previa en Washington, Zelensky solicitó a Trump el suministro de sistemas misilísticos Tomahawk, pedido no satisfecho hasta ahora y que generó cierto descontento en el entorno ucraniano.
Por su parte, Trump manifestó su interés en fomentar un alto el fuego y mantener las posiciones estratégicas actuales para favorecer las negociaciones de paz.
El contexto internacional agrega complejidad a la cita en Budapest. La Unión Europea ha manifestado preocupación por la iniciativa, en tanto que la presencia de Putin enfrenta un obstáculo legal debido a una orden de detención emitida en su contra por el Tribunal Penal Internacional.
Además, la falta de inclusión europea en las conversaciones genera críticas sobre un posible fortalecimiento del rol ruso y de aliados como el premier húngaro Viktor Orbán.
El conflicto mantiene tensiones elevadas: Zelensky reiteró que no aceptará ceder territorios y calificó a Putin de “terrorista“, mientras la guerra continúa con desgaste y consecuencias inciertas para el próximo invierno.
En este escenario, la cumbre propuesta plantea interrogantes sobre su efectividad para construir una paz sostenible. La participación directa de todas las partes es clave, pero barreras políticas, judiciales y estratégicas dificultan avances claros. La comunidad internacional observa con atención si este encuentro puede abrir un nuevo capítulo en la resolución del conflicto o si será solo una parada momentánea en la larga confrontación.