Morosidad récord impulsa ajuste en cupos de tarjetas y préstamos personales

La mora supera el 10% en bancos y el 30% en compañías de préstamos, lo que lleva a recortes de crédito y aumentos en pagos mínimos, advirtiendo una crisis crediticia sin precedentes.

La morosidad en el sistema financiero argentino alcanzó niveles alarmantes, con una tasa de atraso en pagos superior al 10% en bancos y más del 30% en compañías de préstamos personales, cifras que no se veían en los últimos 20 años, según señala Pablo Curat, ex director del Banco Central. Esta situación se explica principalmente por el impacto combinado de la suba de tasas de interés, la cancelación de préstamos de buena calidad y la caída del salario real, factores que presionan directamente sobre la capacidad de pago de consumidores y pequeñas empresas.

En respuesta, las entidades financieras adoptan medidas cada vez más estrictas, tales como aumentar el pago mínimo del 10 al 15 o 20% para los segmentos de clientes más riesgosos y reducir el cupo disponible a la mitad para quienes pagan el mínimo por segunda o tercera vez consecutiva. Además, se observa una tendencia a unificar los límites de varias tarjetas y a ajustar las cuotas con aumentos en las tasas de préstamos personales, lo que se traduce en recortes en los montos otorgados.

Los sectores de menores ingresos, afectados también por el aumento del desempleo, enfrentan la restricción total del acceso al crédito, ya que muchos clientes perdieron la disponibilidad de ingresos para cumplir con sus obligaciones. En estos casos, los límites de tarjetas y préstamos que antes equivalían a un sueldo o sueldo y medio, han sido reducidos a la mitad o incluso más, pivotando hacia una gestión más conservadora centrada en análisis de cobranzas.

El entorno financiero es complejo y volátil: las tasas de interés de corto plazo han experimentado movimientos bruscos, fluctuando entre el 40% y el 90% apenas en meses recientes, complicando aún más el acceso al crédito y elevando la morosidad. Expertos del sector advierten sobre la necesidad de implementar esquemas más eficientes de cobranza directa y una política que incentive la baja de tasas reales para evitar el empeoramiento del estado crediticio de familias y pymes.

Este escenario refleja una crisis crediticia preocupante, con impactos en el consumo, la producción y la estabilidad financiera que exigen atención urgente por parte de las autoridades y el sector bancario para prevenir un deterioro mayor de la economía.

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