No obstante, el fenómeno no se distribuye de forma homogénea: provincias como Tucumán (58%), San Juan (57%) y Salta (52%) registran índices alarmantes, lo que refleja la relación directa entre informalidad laboral y pobreza. Además, incluso en sectores formales pero de baja remuneración —como el servicio doméstico o algunas actividades rurales— la vulnerabilidad económica persiste.
La pobreza alcanza también a un porcentaje crítico de la niñez: el 45,4% de los menores de 14 años vive en condiciones precarias. La Asignación Universal por Hijo (AUH) contribuye a mitigar la indigencia, pero no logra erradicar la pobreza estructural que afecta a estas familias.
El estudio recalca que el verdadero desafío para el país no radica solo en la creación de empleo, sino en la calidad del mismo. Argentina debe avanzar hacia un mercado laboral más formal, productivo e inclusivo, con políticas activas que incentiven la contratación formal y la capacitación técnica vinculada a sectores de alto valor agregado. Erradicar la pobreza laboral, concluyen, requiere un crecimiento sostenido que promueva el empleo formal y la productividad como pilares centrales.
Este análisis pone en evidencia que las soluciones pasan por estrategias integrales que articulen el sector productivo y el empleo, superando el mero asistencialismo social para construir oportunidades reales de progreso para los trabajadores argentinos.