La Galería Güemes no es solo un edificio: es un símbolo del cambio radical en la Buenos Aires de principios del siglo XX. Con 14 pisos y 76 metros de altura, se inauguró en 1915 como el primer rascacielos porteño y pronto se convirtió en un centro neurálgico de comercio, cultura y encuentro social. Su audaz diseño modernista, inspirado en las famosas galerías europeas como la Vittorio Emanuele de Milán, contaba con un pasaje interior cubierto que conectaba las calles Florida y San Martín, un concepto revolucionario que importaba la arquitectura urbana europea a Argentina.
El arquitecto Francesco Gianotti, reconocido por su trabajo en la Confitería El Molino, aplicó técnicas avanzadas de hormigón armado y una estética que fusionaba elementos clásicos y modernos. Bajo la gran bóveda de la galería, iluminada por claraboyas, los visitantes podían recorrer tiendas, oficinas, teatros y restaurantes, experimentando por primera vez un paseo cubierto al estilo europeo. El edificio también fue residencia de artistas y escritores, entre ellos Antoine de Saint-Exupéry, autor de “El Principito”, quien según se dice, encontró inspiración desde uno de sus balcones.
A lo largo del tiempo, la Galería Güemes atravesó varias transformaciones, desde su modernización en los años 60 hasta la restauración en los 90 que recuperó su esplendor original con mármoles, bronces y una renovada iluminación. Hoy, su mirador ofrece una vista panorámica del Río de la Plata y del Puerto de Buenos Aires, manteniendo vivo el espíritu visionario de sus creadores y evocando un pasado donde Buenos Aires miraba al futuro desde el cielo.
Este edificio trascendió la función edilicia para convertirse en una experiencia urbana de primer nivel, calificándose como una ciudad dentro de la ciudad, que sigue fascinando a turistas y porteños por igual.