El rol del dueño: calma y enfoque estratégico
El comportamiento del dueño durante el episodio de pánico es un factor crucial que puede reforzar o calmar el miedo. La redacción de la nota debe ser precisa en este punto: el afecto excesivo puede ser contraproducente.
Cuando el perro muestra signos de miedo (jadeo, temblor), el dueño debe intentar actuar con la mayor naturalidad posible, manteniendo un tono de voz firme y tranquilo. Mimar o sobreproteger en el momento de pánico puede ser interpretado por la mascota como una confirmación de que la situación es, en efecto, peligrosa, reforzando la conducta de fobia. La atención debe enfocarse en la tranquilidad, no en la ansiedad.
En casos de animales con fobias severas, las fuentes sugieren consultar al veterinario con anticipación para evaluar la necesidad de sedantes o ansiolíticos suaves. Esta debe ser siempre una decisión profesional.
Identificación: la prevención ante la huida
Una de las consecuencias más graves del miedo a los estruendos es la huida. El impulso de escapar del ruido puede llevar a perros y gatos a saltar vallas, romper ventanas o correr desorientados por la calle, con riesgo de accidentes o extravío.
Por ello, se subraya la importancia de la prevención práctica: asegurar que la mascota porte un collar con una placa de identificación legible y actualizada (nombre del animal y teléfono de contacto del dueño). Para los animales que permanecen en patios o balcones, se recomienda ingresarlos al hogar horas antes de que comiencen los festejos, asegurando todas las salidas.
La preparación anticipada y el conocimiento preciso sobre la sensibilidad auditiva animal son las herramientas esenciales para garantizar el bienestar de las mascotas durante las celebraciones de fin de año. Si bien el refugio y las técnicas de contención mitigan el sufrimiento, la situación plantea un dilema ético colectivo: ¿De qué manera la elección individual de festejar con pirotecnia se alinea con la responsabilidad ciudadana hacia el bienestar animal y vecinal?