La madre de Matilda Angeleri denunció el bullying en la UBA

La madre de Matilda Angeleri, quien se suicidó por bullying en un colegio de la UBA, recibió el diploma póstumo de su hija. Usó el acto para mostrar un cartel clamando: “¡Basta de bullying en la UBA!”, y responsabilizó a la institución por su falta de acción.

En un emotivo pero doloroso acto de graduación, Rosana Plaza subió al estrado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) para recibir el diploma de su hija, Matilda Angeleri. La joven de 18 años, estudiante del último año del colegio preuniversitario Dr. Ramón Cereijo de Escobar, se quitó la vida a fines de septiembre, una semana después de decidir no asistir a su viaje de egresados debido al acoso que padecía.

Un mensaje de dolor en el escenario

El acto, que debía ser una celebración de triunfos, se convirtió en una potente denuncia. Visiblemente conmovida, Rosana recibió el certificado de manos del intendente de Escobar, Ariel Sujarchuk. Sin embargo, su intención no era solo el homenaje simbólico, sino visibilizar la realidad oculta tras las puertas de la institución.

Antes de retirarse del estrado, Rosana extrajo de su cartera un cartel y lo mostró firmemente al público, con un mensaje claro y desgarrador: “Matilda presente, Matías presente. ¡Basta de bullying en la UBA!”

  • Doble Víctima: el cartel no solo honraba a su hija, sino que incluía el nombre de Matías Rolfi (27), un estudiante de la Facultad de Medicina que falleció en circunstancias similares el 31 de octubre, presuntamente también a causa del hostigamiento.

Los años de acoso y el fracaso institucional

Rosana relata que su hija soportó años de acoso escolar que se intensificaron tras la pandemia, un período que expuso su vulnerabilidad, particularmente los problemas de imagen corporal. Matilda sufrió burlas constantes por su peso, siendo víctima de aislamiento social y agresiones verbales como “Gorda, correte de acá”. A pesar del sufrimiento, la joven se resistía a cambiarse de colegio: “Ella quería que la aceptaran”.

La madre acusa a la institución preuniversitaria, supervisada académicamente por la UBA, de no haber sabido manejar la situación:

“La UBA no lo supo manejar. No supo preservar a las personas”, afirma Rosana.

A pesar de que Matilda y otros compañeros pidieron ayuda a las autoridades escolares por casos de acoso, la respuesta que obtuvieron fue: “No podemos hacer nada”. Rosana critica que el colegio solo se enfocó en contener a las víctimas, sin intervenir activamente para detener y concientizar a los agresores.

El objetivo de Rosana Plaza es claro: “Yo no busco sangre. Busco concientizar”. A través del dolor, la madre de Matilda exige que la universidad y las escuelas despierten y asuman su responsabilidad en la protección de los jóvenes vulnerables.

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