Primer cara a cara entre Sheinbaum y Trump, luego de la controversia

El primer encuentro entre Sheinbaum y Trump se realiza este viernes en un clima de tensión por las amenazas de intervención militar en México. La presidenta defiende la soberanía nacional ante EE. UU., mientras el T-MEC y los aranceles también dominan la agenda.

Presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum FOTO: (Xinhua/Presidencia de México)/NA.

Tras más de un año de mandato de Donald Trump, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se reunirá por primera vez con el jefe de la Casa Blanca. El inédito encuentro trilateral, que incluirá al primer ministro canadiense, Mark Carney, se llevará a cabo este viernes en Washington. Irónicamente, el catalizador de esta cumbre bilateral es el sorteo del Mundial de fútbol de 2026.

La reunión se produce en un punto de máxima fragilidad para las relaciones bilaterales, agravada por los constantes ataques de Trump a México y, en particular, por su insistencia en considerar la intervención militar en territorio mexicano para combatir a las organizaciones criminales. Este planteamiento ha elevado la alarma en las autoridades de México, poniendo a prueba los límites del pacto de vecindad norteamericano.

La Defensa Firme de la Soberanía Nacional

A pesar de casi veinte llamadas y múltiples comunicaciones indirectas, este será el primer encuentro presencial entre los dos líderes. Sheinbaum adelantó que la revisión del tratado de libre comercio T-MEC será un punto clave en la agenda. Sin embargo, la mandataria reiteró este jueves que la posición mexicana es innegociable: “México defiende su soberanía. Tenemos un entendimiento: no intervención, cooperación sin subordinación y la soberanía de nuestros territorios”.

El gobierno mexicano ha mantenido una postura categórica ante las embestidas de Washington. México acepta la colaboración de inteligencia, algo que ya está en marcha, pero rechaza categóricamente permitir operaciones militares estadounidenses en su suelo. La presidenta recordó el antecedente histórico de la última incursión de EE. UU. en México, que resultó en la pérdida de la mitad del territorio nacional.

La narrativa de Trump se fundamenta en la acusación de que México no logra contener la violencia del narcotráfico ni el flujo masivo de estupefacientes, especialmente el fentanilo, que ha desatado una crisis de salud pública en el norte. Esta retórica le ha servido al republicano para catalogar a los cárteles mexicanos como entidades terroristas, un paso que, legalmente, le abriría la puerta a la injerencia extranjera, al igual que sucede con naciones como Venezuela.

Tensión Económica y Presiones Internas

El desafío de Trump no solo es marginal, sino que se ha posicionado como un elemento central del discurso del ala más radical del partido republicano hacia México. Esta presión externa obliga a la administración de Sheinbaum a responder con firmeza, ya que el nacionalismo sigue siendo un pilar fundamental en la política interna mexicana, evitando así cualquier percepción de debilidad. Como gesto de cooperación, Sheinbaum ha entregado en dos ocasiones a más de medio centenar de cabecillas del crimen organizado a Washington y se especula, según The Wall Street Journal, que se podría negociar una tercera tanda de extradiciones durante este encuentro.

La dimensión económica también añade fricción. Desde el inicio de la segunda administración Trump, el magnate ha sacudido la relación bilateral con la amenaza de imponer nuevas tarifas a México. Anclado al T-MEC, el cual busca renegociar o reemplazar por pactos bilaterales, Trump ha impuesto aranceles del 25% a productos no contemplados en el acuerdo, otro 25% a automóviles y un 50% al acero, aluminio y cobre. La estrategia de Trump es clara: negociar todos los temas simultáneamente, utilizando las subidas arancelarias como castigo por la supuesta insuficiencia de los esfuerzos mexicanos en el control migratorio y del narcotráfico.

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