La Biblioteca Mário de Andrade de San Pablo, uno de los centros culturales más importantes de Brasil, fue escenario de un audaz asalto a punta de pistola que culminó con la sustracción de ocho collages de Henri Matisse, pertenecientes a la famosa serie Jazz, junto a cinco grabados del maestro brasileño Candido Portinari. La irrupción de los dos hombres armados se produjo en las últimas horas de la exposición, demostrando una alarmante vulnerabilidad en la seguridad de un edificio público centenario. El incidente no solo ha generado consternación por la pérdida del patrimonio, sino que ha reabierto un debate sobre la protección institucional de las obras de arte de valor global.
La gravedad del hecho se multiplica al considerar el turbio historial de estas piezas. Los ocho collages de Matisse ya habían sido hurtados años atrás, en una peripecia que expuso la falta de control en el centro cultural. Tras años de desconocimiento por parte de la propia biblioteca, las obras fueron localizadas por agentes aduaneros argentinos en la frontera en 2006 y recuperadas recién en 2015. Este antecedente crucial subraya una falla institucional en la custodia de activos de altísimo valor. El hecho de que un robo a mano armada pudiera ocurrir sin disparar un tiro en una muestra que celebraba el centenario de la biblioteca plantea serias interrogantes sobre la idoneidad de las medidas de seguridad adoptadas.
La serie Jazz de Henri Matisse, creada durante la Segunda Guerra Mundial, es una colección artística de profundo significado. Aquejado por el cáncer, el artista francés recurrió a la técnica del “gouache découpé” (papel pintado y recortado) para dar forma a estas imágenes potentes que reflejan la ambigüedad y el dramatismo de la guerra. Las obras robadas, publicadas originalmente en un libro de 250 ejemplares en 1947, representan un punto cumbre en la exploración de la forma y el color del modernismo francés, dotándolas de un valor histórico y de mercado incalculable.
La investigación policial, sin embargo, ha mostrado celeridad. El modus operandi fue notable por su sencillez: los ladrones redujeron a una vigilante, intimidaron a los pocos visitantes y cargaron las obras descolgadas en una bolsa de tela, huyendo por la puerta principal. Gracias al sistema de vigilancia Smart Sampa, que utiliza reconocimiento facial, la policía pudo seguir la ruta de fuga. En pocas horas, uno de los ladrones, de 31 años y con antecedentes por robo y tráfico de drogas, fue detenido. El segundo sospechoso ya fue identificado, lo que ofrece una esperanza de que el patrimonio sea recuperado antes de que ingrese a los circuitos ilegales del mercado negro de arte.
Este segundo robo de las obras de Matisse en San Pablo no es solo un crimen, sino un recordatorio de que los grandes activos culturales son vulnerables, incluso en las principales capitales de América Latina. El incidente plantea la necesidad urgente de reforzar la seguridad en museos y bibliotecas y exige una reflexión profunda sobre la responsabilidad de la tutela patrimonial. La pronta recuperación de las piezas se convierte ahora en una prioridad no solo para Brasil, sino para la comunidad artística internacional, que ve en estos robos una amenaza constante a la memoria visual de la humanidad.