Ushuaia, la capital fueguina, se prepara para integrar su vasto y delicado patrimonio arqueológico a la matriz turística, bajo la dirección de investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). El objetivo es transicionar del turismo convencional a un “turismo científico” que ofrezca un valor agregado único y reflexivo. Este enfoque busca transformar los resultados de las excavaciones en narrativas accesibles, permitiendo al visitante conectar directamente con la historia de los primeros pobladores de la región austral, una historia que se remonta a más de siete milenios.
El foco de las propuestas recae sobre los sitios de los antiguos pueblos Yámana (o Yaganes), cazadores-recolectores adaptados al ambiente marino. Los principales atractivos son los “concheros” (montículos de conchas, huesos y herramientas), que funcionan como cápsulas de tiempo. Sitios claves como Túnel y Heshka 1, ubicados en el Canal Beagle, contienen evidencia crucial sobre su modo de vida, dieta y adaptación a un clima hostil. La valorización de estos espacios no solo es patrimonial, sino que representa un acto de recuperación y respeto por el legado de las culturas originarias de Tierra del Fuego, cuna del famoso “túnel” del tiempo.
La estrategia para implementar este modelo se basa en un pilar doble: conservación y capacitación. Los arqueólogos del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) están trabajando en la capacitación de guías turísticos locales para que actúen como verdaderos mediadores entre el rigor científico y la experiencia del visitante. Esto implica crear un storytelling que sea riguroso en sus datos, pero cautivante en su relato. Además, se planea desarrollar materiales didácticos y señalética que expliquen los procesos de investigación y la fragilidad de los vestigios, asegurando que el acceso masivo no comprometa la preservación del sitio.
La iniciativa de turismo científico plantea un desafío ético y práctico fundamental: cómo garantizar el acceso público sin degradar el frágil patrimonio arqueológico. Los sitios de concheros, por su composición orgánica, son especialmente vulnerables al pisoteo y a las condiciones climáticas. Por ello, la propuesta impulsa la creación de rutas y senderos guiados bajo estrictos protocolos de control. El objetivo no es solo mostrar, sino también educar al turista sobre la responsabilidad cívica que implica visitar un sitio con miles de años de antigüedad, fomentando una conciencia ambiental e histórica profunda.
El modelo propuesto por el CONICET en Ushuaia es un ejemplo de cómo la investigación de excelencia puede convertirse en un motor de desarrollo local sostenible y culturalmente enriquecedor. Al integrar la ciencia a la oferta de viajes, se promueve un turismo reflexivo y de alto nivel que va más allá del paisaje natural para adentrarse en la historia humana del extremo sur. Este cambio de paradigma busca consolidar a Tierra del Fuego como un polo de conocimiento y no solo como un destino de aventura, revalorizando el trabajo constante de los arqueólogos argentinos en la custodia de la memoria ancestral.