Como terapeuta, mi primera intervención siempre es validar estos pensamientos y emociones difíciles, ya que simplemente están justificados: las mudanzas generan muchas molestias. El hecho de tener que desarmar una casa y armarla en otro lugar puede producir un alto nivel de estrés. Asimismo, psicológicamente, nos podemos sentir muy vulnerables, ya que una mudanza implica una situación de cambio y de desprendimiento.
La segunda intervención tendería a intentar que la persona lograra encarar la mudanza como una “meta”, flexibilizando estas creencias y pensamientos catastróficos que nos llevan a caer en trampas mentales. Una meta es un objetivo que nos proponemos alcanzar en un período de tiempo y que nos orienta hacia nuestros valores.
En estos casos, siempre suma diseñar algunas estrategias para encarar el proceso de la mudanza habilidosamente:
Si es posible, contar con una red de apoyo.
Organizarse con tiempo y planificar la mudanza dividiendo la tarea en pasos.
Aprovechar la oportunidad para deshacerse de todo aquello que no nos sirve o no usamos más.
No pretender controlar todo, en una mudanza siempre hay imprevistos.
Aceptar radicalmente que por un tiempo tendremos que vivir en el desorden y no nos sentiremos tan cómodos como deseamos.
Hacer una valija con todas las cosas indispensables que necesitamos tener a mano.
Visualizarnos en nuestro nuevo hogar en óptimas condiciones cuando nos invada el agotamiento.
Encarar el proceso de la mudanza con pensamiento dialéctico: “Estoy atravesando un período estresante y estoy alineado/a con mis metas y valores”.
Cuidar el clima emocional en nuestro hogar es clave para desarrollarnos como personas, sentirnos bien y seguros. Como Orientadora Familiar siempre pongo el foco en “cuidar las relaciones” y bajar el clima de “emoción expresada” que encontramos en hogares donde circula la crítica, la violencia, la hostilidad y la descalificación. Todo esto tiene un impacto sumamente negativo en el desarrollo integral de las personas.
Siempre intento transmitirle a los padres la importancia de cuidar el clima emocional de la casa a través del trato amable y compasivo, el respeto y el autocontrol intentando que el hogar sea un lugar seguro para todos los miembros de la familia. Si la inteligencia emocional se cimienta en nuestro hogar, será la mejor garantía de una vida valiosa.
Por eso, es importante tener en cuenta que el proceso de la mudanza incluye a todos los miembros de la familia. De esta forma la familia se convierte en un grupo de apoyo que comparte información, preocupaciones, ideas y sugerencias. Aunque cada miembro de la familia comprenda el cambio y reaccione de una forma distinta, dependiendo de la edad y de la etapa de desarrollo en la que se encuentre, todos deben tener la oportunidad de expresarse y de recibir atención y apoyo ya que la mudanza es sinónimo de cambios y eso implica una ruptura temporal de rutinas y hábitos cotidianos que no siempre es fácil de llevar.