Otro pasaje de nostalgia se produjo con clásicos como “Inevitable”, “Pies descalzos” y “Ojos así”, que el público recibió con fervor y una mezcla de celebración y recuerdo. La sorpresa llegó con “Día de enero”, canción dedicada a Antonio de la Rúa, exnovio de Shakira y que no formó parte del setlist en sus conciertos anteriores en Argentina.
Un plus destacable fue la inclusión de la Orquesta Estable del Teatro Colón, que acompañó a Shakira en una versión especial de “La pared”. Este gesto musical fue un sello distintivo que reforzó la conexión con el público argentino y la historia compartida entre la artista y el país.
En términos visuales, la cantante combinó grandes despliegues escenográficos con elementos simbólicos. Por ejemplo, en “Suerte” adaptó los arreglos con influencias árabes y bailó con dagas rodeada de llamas, homenajeando sus raíces libanesas. El espectáculo terminó con la icónica “Waka Waka”, que llevó al estadio a una euforia colectiva y una ambientación que evocó el carnaval y el espíritu mundialista.
Además, Shakira compartió con sus fans “Los diez mandamientos de la loba”, mensajes que apelan a la protección y solidaridad femenina, con una ironía dirigida hacia su exesposo Gerard Piqué y su pareja actual, reflejando reflexiones personales sin generar polémica en el show.
La velada concluyó con una interpretación vibrante de “BZRP Music Sessions, Vol. 53”, un tema que sintetiza la etapa actual de la cantante y fue recibido como un himno de empoderamiento y liberación. En ese momento, Shakira bajó al público, bailó entre la gente y cerró con una lluvia de billetes ficticios que mostraban su rostro, simbolizando el reconocimiento a su trayectoria.