El hermetismo sobre el paradero de la líder opositora venezolana María Corina Machado se rompió con la revelación de su audaz operación de salida de Venezuela. Lo que hasta hace horas era una incógnita, fue confirmado por funcionarios estadounidenses: Machado abandonó territorio venezolano en un viaje secreto por barco con destino a Curazao. Este traslado, que evitó cualquier anuncio previo para resguardar su integridad, subraya la desesperación y el riesgo que implica la disidencia política bajo el actual régimen venezolano.
La travesía, calificada como una operación cuidadosamente planificada y coordinada por sus aliados más cercanos, se llevó a cabo el martes. Los detalles de la fuga solo se divulgaron una vez que la premio Nobel se encontraba fuera de la jurisdicción venezolana. En un llamado telefónico a Jørgen Watne Frydnes, presidente del Comité Noruego del Nobel, Machado confirmó su paradero, aunque lamentó no llegar a tiempo para la ceremonia oficial. En ese diálogo, la líder opositora destacó la naturaleza clandestina y peligrosa de su viaje: “Les contaré lo que tuvimos que pasar, y tanta gente que arriesgó su vida para que yo pudiera llegar a Oslo”.
El esfuerzo por evitar la captura por parte del aparato de seguridad de la administración de Nicolás Maduro explica la necesidad de este método de traslado. Machado se encontraba en la clandestinidad desde agosto de 2024, luego de que se intensificaran las órdenes de arresto contra miembros de su movimiento político. La decisión de su entorno de no hacer público el viaje hasta su finalización fue una medida de máxima protección, entendiendo que cualquier filtración podría haber puesto en riesgo no solo su vida, sino la de quienes colaboraron en la operación de rescate.
Aunque la líder venezolana no pudo recibir su galardón en persona —la medalla y el diploma fueron recogidos por su hija, Ana Corina Sosa Machado—, su travesía es un relato de resistencia y convicción. Su discurso, leído por su hija, situó la travesía personal como parte de la “larga marcha hacia la libertad” de Venezuela. Esta historia de la navegación secreta hacia Curazao se convierte así en un capítulo simbólico del alto costo humano que implica la lucha por la democracia en el país sudamericano, confirmando la brutalidad del control estatal y la fragilidad institucional que condena a los líderes opositores al exilio o la clandestinidad.
La asunción del riesgo por parte de Machado y sus aliados demuestra el valor que la oposición otorga al Premio Nobel de la Paz como plataforma global. La presencia en Oslo, aunque demorada, busca reforzar el juicio internacional contra el régimen y asegurar que la comunidad internacional no dé la espalda a los venezolanos que luchan por una transición democrática, una batalla que se libra con actos de coraje extremo y fugas en la oscuridad.