La fragilidad de la piel cervical
La dermis del cuello presentó características biológicas que la hicieron más vulnerable que la del rostro. Al poseer menor cantidad de glándulas sebáceas y una musculatura menos firme, esta zona tendió a manifestar signos de flacidez y deshidratación con mayor rapidez.
Los expertos indicaron que el proceso de envejecimiento se aceleró por la exposición solar acumulada y la falta de una rutina de cuidado específica para esta área.
En la actualidad, el fenómeno denominado tech neck aumentó la presencia de pliegues horizontales. Este problema se originó por la inclinación constante de la cabeza al utilizar teléfonos móviles, lo que generó una presión mecánica sobre el tejido cutáneo. La corrección de la postura y el mantenimiento de las pantallas a la altura de los ojos resultaron medidas fundamentales para evitar la profundización de estos surcos.
Métodos de prevención y tratamiento
La aplicación de protector solar diario se posicionó como la intervención más efectiva. Dado que los rayos ultravioletas destruyeron las fibras de elastina, el uso de filtros con un factor elevado previno la aparición de manchas y arrugas profundas.
Asimismo, la integración de activos como el retinol y la vitamina C en la rutina nocturna favoreció la renovación celular, aunque se sugirió su uso con precaución debido a la sensibilidad de la zona.
Por otro lado, la utilización de ingredientes naturales como el aceite de almendras, la palta o el aloe vera aportó beneficios significativos en la nutrición superficial de la piel. Estos elementos ayudaron a retener la humedad, lo que mejoró la textura y suavidad del cuello.
Complementariamente, los masajes ascendentes desde la base de la clavícula hasta la mandíbula estimularon la circulación sanguínea y facilitaron la absorción de los nutrientes cosméticos.