La Unión Europea postergó el pacto con el Mercosur

La Unión Europea postergó a enero la firma con el Mercosur para asegurar el apoyo de Giorgia Meloni. Ante el rechazo francés, Bruselas incluyó salvaguardas agrícolas para convencer a Italia y rescatar este pacto histórico frente al proteccionismo de China y Estados Unidos.

Sede de la comisión Europea, Bruselas. Foto NA

En un giro táctico de último momento, la Comisión Europea ha propuesto trasladar la rúbrica del tratado comercial con el Mercosur al mes de enero. El objetivo de este breve aplazamiento es destrabar las reticencias de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, cuya postura se ha vuelto vital ante la cerrada negativa de Francia y Polonia. Desde la cúpula comunitaria, encabezada por Ursula von der Leyen, se considera que tres semanas adicionales son un margen aceptable para concluir una negociación que ya suma más de un cuarto de siglo.

La estrategia busca dar aire político a Meloni, quien enfrenta una fuerte presión de los sindicatos agrarios en Italia, un sector clave de su electorado. Al retrasar la firma, Bruselas pretende terminar de pulir un paquete de compensaciones y garantías técnicas que tranquilicen a los productores locales frente a la llegada de materias primas sudamericanas. Mientras tanto, la gran industria europea ha manifestado su descontento por esta nueva demora, advirtiendo que la credibilidad del bloque está en juego en un escenario global marcado por el proteccionismo de potencias como Estados Unidos y China.

El "factor Meloni" y las nuevas cláusulas de protección

Para atraer a Roma al consenso, los negociadores europeos han incorporado recientemente una serie de salvaguardas automáticas. Este mecanismo permitiría suspender los beneficios arancelarios si se detectan desequilibrios graves en sectores sensibles como la carne vacuna, las aves o el azúcar. Estas medidas de seguridad no requieren el aval de los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay), ya que funcionan como herramientas de protección interna financiadas por la propia Unión.

  • Equilibrio político: Meloni necesita demostrar a su base agrícola que el acuerdo no es una amenaza, contrarrestando el discurso de sus socios de coalición.

  • Presión empresarial: la patronal transalpina, por el contrario, urge la firma para acceder a un mercado de más de 260 millones de consumidores en Sudamérica.

  • Liderazgo de Von der Leyen: la presidenta de la Comisión insiste en que diversificar los socios comerciales es la única vía para reducir la dependencia de proveedores asiáticos.

Un mercado global en transformación

La ratificación de este convenio crearía la zona de libre comercio más extensa del planeta, integrando a 31 naciones y 700 millones de personas. El canciller alemán Friedrich Merz y el presidente español Pedro Sánchez se han consolidado como los principales aliados de este pacto, argumentando que Europa no puede permitirse el lujo de fallar en su integración con América Latina en un momento de incertidumbre geopolítica.

A pesar del optimismo oficial sobre una resolución en enero, la desconfianza persiste. Organizaciones como BusinessEurope han calificado la prórroga como una señal negativa para la competitividad regional. El éxito de esta maniobra diplomática dependerá de que las garantías ofrecidas a los agricultores italianos sean suficientes para que Meloni se diferencie de la postura obstruccionista de Emmanuel Macron, quien parece haber quedado aislado en su rechazo total al proyecto.

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