Pruebas confirmaron el efecto
Un equipo de especialistas de la Universidad de Keele y la Universidad de Alabama en Huntsville analizó cómo el lenguaje ofensivo actúa como una herramienta para maximizar el esfuerzo físico. A través de una serie de experimentos, los científicos midieron el impacto de repetir palabrotas frente a términos neutros durante tareas de resistencia, como las flexiones en silla.
Los resultados indicaron de manera consistente que quienes utilizaron insultos lograron sostener el esfuerzo por más tiempo. En términos específicos, investigaciones previas mostraron que esta práctica incrementó la fuerza de agarre en un 8% y la potencia en el ciclismo en un 4,5%. Este beneficio no respondió a una activación del sistema nervioso autónomo, sino a un cambio en el estado psicológico del individuo.
El mecanismo de la desinhibición
El núcleo de este hallazgo reside en la denominada “desinhibición del estado”. Este proceso psicológico reduce la tendencia natural de las personas a reprimirse o autocontrolarse ante situaciones de estrés.
Al romper una norma social mediante el uso de palabras tabú, el cerebro disminuye sus barreras internas, permitiendo que el cuerpo acceda a recursos de fuerza que normalmente permanecen limitados por la contención.
El análisis de los datos reveló que tres factores psicológicos impulsan esta mejora: la fluidez psicológica, la autoconfianza y la distracción. El individuo experimenta un estado de “flujo” que facilita el rendimiento sin esfuerzo consciente.
Richard Stephens, líder del estudio, señaló que esta técnica funciona como una intervención económica y accesible para situaciones que requieren un rendimiento máximo inmediato.