En un encuentro marcado por el espectáculo y reglas diseñadas para equilibrar la balanza, el australiano derrotó a la número 1 del mundo por doble 6-3.
En un encuentro marcado por el espectáculo y reglas diseñadas para equilibrar la balanza, el australiano derrotó a la número 1 del mundo por doble 6-3.

El tenis mundial volvió a ser escenario de un duelo poco convencional este domingo en Dubái. Nick Kyrgios, el talentoso y siempre polémico australiano, se impuso ante la actual líder del ranking WTA, la bielorrusa Aryna Sabalenka, en un partido de exhibición presentado como la nueva “Batalla de los Sexos”.
Con un marcador final de 6-3 y 6-3, Kyrgios demostró que, pese a ocupar hoy el puesto 671º de la ATP debido a su escasa actividad, su toque y jerarquía permanecen intactos.
El partido, lejos de ser un enfrentamiento competitivo tradicional, fue concebido como un gran show. Ante la atenta mirada de figuras del espectáculo y el deporte, Kyrgios jugó con una intensidad moderada, priorizando el entretenimiento por sobre la potencia de sus golpes. Incluso se dio el lujo de recurrir a su ya clásico “saque de cuchara” para deleite de los 17.000 fanáticos presentes.
Dada la diferencia física natural entre ambos circuitos, la organización implementó una serie de modificaciones reglamentarias para tratar de nivelar el duelo:
Resulta imposible no comparar este evento con la mítica “Batalla de los Sexos” de 1973. En aquel entonces, el ex campeón Bobby Riggs desafió a las mejores de la época en un contexto de lucha por la igualdad salarial y el reconocimiento del circuito profesional femenino.
Mientras que Riggs venció a Margaret Court, terminó cayendo ante Billie Jean King en un partido que cambió la historia del deporte.
A diferencia de aquel hito sociopolítico, el duelo en Dubái se leyó en clave de espectáculo moderno. Hoy, con un tenis femenino consolidado y premios equiparados en los Grand Slams, la tensión por la reivindicación ha dado paso a la celebración de la disciplina como entretenimiento global.
Aunque el interés estrictamente deportivo fue limitado por el dominio de Kyrgios, el evento cumplió con su objetivo: llenar un estadio y poner frente a frente a dos de las personalidades más carismáticas del circuito actual.
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