El esquema bajo investigación se centra en la empresa World Eleven, histórica agente de la AFA para la organización de partidos amistosos, que habría transferido fondos a sociedades donde los dirigentes tienen participación o vínculos directos. Se estima que el monto de la maniobra asciende a los US$ 500.000, dinero que en lugar de permanecer en el circuito oficial del deporte, habría terminado en estructuras comerciales privadas. Este hallazgo refuerza la hipótesis de una matriz de negocios paralelos montada a la sombra del éxito de la Selección Nacional.
La figura de Pablo Toviggino, tesorero de la AFA y mano derecha de la presidencia, queda en el ojo de la tormenta ante la aparición de sociedades radicadas en el exterior y movimientos bancarios que no parecen tener una contraprestación de servicios clara. La justicia intenta determinar si estas transferencias fueron el pago de “comisiones” indebidas por la adjudicación de contratos o si forman parte de un sistema de lavado de activos diseñado para ocultar el destino final de las divisas obtenidas por la explotación de los derechos de la Albiceleste.
Guillermo Leal, otro nombre de peso en el entorno de la calle Viamonte, también aparece vinculado a estas transacciones sospechosas. La investigación apunta a que el dinero circuló a través de cuentas en paraísos fiscales antes de retornar parcialmente al mercado local bajo formas de inversión aparentemente lícitas. La complejidad de la ingeniería financiera sugiere una planificación detallada para burlar los controles cambiarios y de transparencia, utilizando la estructura de la AFA como una plataforma de generación de riqueza individual.
La gravedad institucional de estos hechos trasciende lo meramente contable. Mientras el fútbol argentino se debate en internas por su modelo de gestión, la confirmación de que fondos millonarios son desviados hacia el patrimonio privado de sus directivos erosiona la confianza de los clubes y de la sociedad. La justicia federal ahora busca cruzar los datos de las empresas involucradas para establecer si existen más beneficiarios ocultos en esta red que parece haber transformado el manejo del fútbol en un coto de caza para intereses particulares.
En un contexto donde la lupa internacional está puesta sobre las finanzas del deporte, este nuevo capítulo judicial marca un punto de inflexión. La impunidad administrativa que pareció reinar durante años encuentra hoy un límite en las pruebas documentales que exponen el circuito del dinero. El desafío para las instituciones será demostrar si existe una voluntad real de limpiar las estructuras o si estos escándalos seguirán siendo una constante en la trastienda del espectáculo más popular del país.