El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, inició este lunes una visita oficial a Estados Unidos para encontrarse con Donald Trump en su residencia de Mar-a-Lago. El encuentro, que representa la quinta reunión entre ambos líderes en el último año, ocurre en un marco de alta sensibilidad diplomática y bajo la urgencia de establecer definiciones para el periodo 2026.
La agenda, aunque carece de carácter público, se centra en la implementación de la segunda etapa del plan de paz de 20 puntos promovido por la administración Trump. Este esquema contempla la desmilitarización total de la Franja de Gaza, la salida de las tropas israelíes del enclave y la creación de un gobierno tecnocrático palestino.
Sin embargo, fuentes cercanas a la negociación indicaron que existen discrepancias sobre los tiempos de ejecución, dado que el entorno del presidente estadounidense mostró señales de impaciencia ante la falta de avances tras el alto el fuego de octubre.
Netanyahu busca obtener el respaldo de Washington para mantener lo que el mando militar israelí denomina “libertad de acción“. Esta estrategia pretende conservar la potestad de realizar ataques preventivos contra el grupo Hezbolá en Líbano y neutralizar el desarrollo de misiles balísticos en Irán. El mandatario israelí enfatizó que la amenaza de Teherán no solo afecta a la región, sino que representa un peligro directo para los intereses de las potencias occidentales.
Paralelamente, el jefe de Gobierno enfrenta una situación de fragilidad política en su país. La justicia israelí investiga el caso conocido como “Qatargate”, relacionado con supuestos pagos de Qatar a asesores oficiales. A este escenario se suma el descontento de las comunidades ultraortodoxas, que este lunes anunciaron movilizaciones masivas en protesta por la reforma que busca integrarlos al servicio militar obligatorio.