Cambios persistentes en rutinas diarias
El reconocimiento temprano de trastornos emocionales en niños y adolescentes constituye un factor determinante para el pronóstico de su bienestar a largo plazo. Según especialistas en pediatría, la clave no reside en observar conductas aisladas, sino en detectar rupturas drásticas en los patrones habituales del menor.
Los especialistas observaron caídas notables en el rendimiento escolar de jóvenes que antes destacaban. Niños de 14 años abandonaron deportes favoritos tras meses de aislamiento social. Asimismo, dolores de cabeza recurrentes sin causa física aparecieron en consultas pediátricas.
Familias reportaron irritabilidad extrema durante comidas familiares. Los adolescentes durmieron hasta 12 horas diarias o sufrieron insomnio por tres semanas consecutivas. Por otra parte, el apetito varió drásticamente, con pérdidas de peso significativas en poco tiempo.
Aislamiento y conductas de riesgo
En adolescentes, la preocupación excesiva por la imagen corporal o el ejercicio físico extremo puede indicar el inicio de trastornos de la conducta alimentaria (TCA). La vigilancia de estos síntomas permite diferenciar una etapa de rebeldía natural de una condición que pone en riesgo la salud mental.
Jóvenes evitaron salidas con amigos y prefirieron el aislamiento. La dirección de centros de salud, como el Hospital de Niños Sor María Ludovica, registró un aumento en derivaciones por autolesiones. Padres escucharon frases de desesperanza repetidas diariamente.
Escuelas secundarias notificaron ausencias frecuentes de alumnos. mientra que los conflictos con pares escalaron a discusiones físicas. Más adelante, el uso excesivo de celulares y la adicción a las pantallas superó las 8 horas diarias en casos preocupantes.