La malnutrición en Argentina no se reduce únicamente a la carencia de alimentos, sino que implica un problema profundo de calidad y acceso a dietas saludables, señala un informe presentado en el XXIII Congreso Argentino de Nutrición que se realiza en Buenos Aires. El documento, coordinado por expertos como Sergio Britos y Ayelén Borg, pone en evidencia que la crisis alimentaria está marcada por déficits de nutrientes esenciales combinados con excesos calóricos, afectando especialmente a la infancia y a los sectores de menores recursos.
Casi 26 millones de argentinos presentan sobrepeso u obesidad, y la baja calidad alimentaria persiste en grandes sectores de la población. La inseguridad alimentaria afecta al 35,5% de los niños y adolescentes, lo que significa que más de uno de cada tres chicos no accede de forma estable a los alimentos que necesita. El acceso a frutas, verduras, legumbres y lácteos es desigual y costoso, mientras las políticas públicas actuales no logran garantizar dietas nutritivas para todos.
El informe destaca que el sistema alimentario actual prioriza la producción de granos, aceites y carnes, relegando alimentos esenciales para una alimentación equilibrada. Además, factores como el elevado costo de los alimentos saludables, que pueden ser hasta siete veces más caros que productos menos nutritivos, y la carga impositiva, agravan la desigualdad y limitan el consumo.
Las políticas públicas como la Canasta Básica de Alimentos o programas de asistencia, no reflejan una dieta adecuada para una nutrición óptima. Tampoco se observan implementaciones plenas del etiquetado frontal de alimentos o campañas educativas sostenidas que impulsen cambios reales en los hábitos de consumo.
Especialistas recomiendan una visión integral del sistema alimentario con foco en calidad nutricional, articulación multisectorial y reformas en educación alimentaria para revertir esta situación urgente que afecta la salud pública y el desarrollo social.