Una operación con drones kamikaze en el barrio Simon Pelé de Cité Soleil, en la capital haitiana, causó la muerte de al menos ocho niños el pasado sábado, informaron medios internacionales como El País, New York Times. La acción buscaba impactar a Albert Steevenson, alias Djouma, presunto líder de una pandilla local, quien celebraba su cumpleaños y repartía regalos a los niños en el momento del ataque.
Además de las víctimas infantiles, seis adultos —entre civiles y supuestos pandilleros armados— también fallecieron y varios resultaron heridos. Según la Red Nacional de Derechos Humanos y reportes oficiales, otros siete heridos permanecen hospitalizados tras el ataque kamikaze. Testigos narraron escenas conmovedoras, como la de la niña Merika Saint-Fort Charles, de cuatro años, que sufrió graves heridas durante la explosión y falleció posteriormente.
Contexto y uso de drones en la lucha contra pandillas
Desde marzo de este año, el gobierno haitiano ha implementado drones cargados con explosivos en su estrategia para combatir la violencia de bandas armadas que controlan gran parte de Puerto Príncipe y otras regiones.
Estos dispositivos, suministrados y operados con apoyo de Vectus Global, empresa privada dirigida por Erik Prince, fundador de Blackwater, buscan atacar puntos estratégicos de las organizaciones criminales.
Pese a la intención oficial de desarticular grupos violentos, la Oficina Integrada de Naciones Unidas en Haití reportó que, entre abril y junio de 2025, al menos 236 personas murieron y 223 resultaron heridas en operaciones con drones, de las cuales seis no eran miembros de bandas armadas. Esto pone en evidencia un alto riesgo de daños colaterales y víctimas civiles, un fenómeno que alcanza un impacto trágico con la actual masacre infantil.