Los principales referentes del empresariado argentino proyectan con preocupación los posibles resultados electorales del próximo 26 de octubre, donde se avizora una derrota del oficialismo con una diferencia estimada entre 30 y 40 puntos. Según fuentes del sector financiero , el margen de derrota más probable estaría entre el 34% y 37%, un resultado considerado “tolerable” para los mercados que, sin embargo, mantiene alerta a todos los actores económicos.
En reuniones informales, el ministro de Economía, Luis Caputo, ha enfatizado que la “llave” para atender los reclamos de reformas estructurales es “ganar en las urnas”, un mensaje dirigido a tranquilizar al mundo empresarial respecto al rumbo económico. No obstante, la inquietud persiste debido a la delicada situación macroeconómica y la presión creciente sobre el mercado cambiario.
El denominado círculo rojo reclama con insistencia que, tras los comicios, el equipo económico permita que el dólar “salga a flotar”, modificando la actual política de bandas cambiarias que ha funcionado como herramienta temporal para administrar la transición electoral. Según especialistas, la base monetaria estable podría evitar una volatilidad abrupta en el tipo de cambio, aunque aclaran que la liberación total del dólar dependerá de la efectividad y alcance del reciente rescate financiero anunciado por Estados Unidos y avalado por Scott Bessent.
Si bien algunos sectores dentro de la economía real no descartan escenarios complejos post elecciones, la mayoría del establishment rechaza medidas extremas como la dolarización, considerada un recurso máximo similar a “sacarle el alcohol a un alcohólico”. Sin embargo, voces próximas al presidente Javier Milei ven en esa opción una potencial salida para eliminar el riesgo de devaluación.
En definitiva, a menos de un mes de la contienda electoral, el empresariado nacional impulsa una suerte de evangelización para convencer a la sociedad sobre la necesidad del equilibrio fiscal como condición “no garantizada” y la importancia de las reformas estructurales para la gobernabilidad futura. En este contexto, la estabilidad económica y la moderación cambiaria serán observadas con lupa en el día después de las urnas.