El alto comisionado de la ONU para los refugiados, Filippo Grandi, denunció que en 2025 los fondos disponibles para ACNUR (Agencia de la ONU para refugiados) serán equivalentes a los de 2015, año en que la cifra de personas desplazadas por la fuerza era la mitad de la actual, de más de 120 millones.
Estados Unidos, principal donante histórico, realizó recortes significativos en su contribución, sumándose a reducciones parciales de otros países europeos, lo que llevó a una caída de recursos que amenaza con paralizar la asistencia humanitaria.
Según informa DW, para ajustarse a la dura realidad financiera, ACNUR ha tenido que eliminar más del 25% de su plantilla, cerrar oficinas en 185 lugares, reducir altos cargos y suspender programas clave, incluyendo ayudas a mujeres víctimas de violencia, atención psicosocial y asistencia alimentaria.
Grandi hizo un llamado urgente a la comunidad internacional para que inyecte al menos 300 millones de dólares en recursos flexibles antes de fin de año, a fin de evitar un déficit que comprometa aún más la capacidad de atención a refugiados, solicitantes de asilo y apátridas.
Las consecuencias para los millones de personas desplazadas y para las comunidades de acogida son alarmantes: riesgos elevados de violencia, explotación, violencia de género y separación de familias, con impactos duraderos en la estabilidad regional y el desarrollo social.
El panorama actual es el mayor desafío financiero enfrentado por ACNUR en sus 75 años, en un contexto donde las necesidades humanitarias crecen como nunca antes.