La Neurociencia explica cómo la gratitud transforma el cerebro y potencia la salud

La gratitud es una práctica que transforma el cerebro, activando circuitos neuronales ligados al bienestar. La neurociencia avala que el agradecimiento reduce el estrés y la ansiedad, mientras que la queja crónica actúa como un sesgo negativo que deteriora la salud mental.

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En la vida cotidiana, es habitual caer en un “inventario de quejas”: el ascensor que demora, la fila interminable, o el café que no tiene la temperatura ideal. Este hábito, que comienza como una válvula de escape, se consolida como un sesgo negativo que filtra la realidad a través de lo que falta o irrita. Los expertos en psicología y neurociencia coinciden en que esta tendencia es una herencia evolutiva ligada a la supervivencia, ya que “detectar amenazas y problemas, históricamente, tuvo un mayor valor adaptativo que notar lo que funciona”. Sin embargo, la ciencia moderna demuestra que la práctica deliberada de la gratitud —el mecanismo opuesto a la queja— es un poderoso antídoto con profundos beneficios para la salud mental y física.

La neurociencia del agradecimiento: Un reset cerebral

La práctica sostenida de la gratitud no es un simple cliché, sino una forma de entrenar circuitos neuronales. El Dr. Alejandro Andersson, director del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA), explica que el agradecimiento activa áreas clave del cerebro:

  • Corteza prefrontal medial: relacionada con la regulación de emociones, que, al activarse, ejerce un control inhibitorio sobre la amígdala, el centro del miedo y la ansiedad.

  • Núcleo accumbens y estriado ventral: el circuito de recompensa, lo que facilita que la gratitud se convierta en un hábito.

Esta actividad neurológica, que modula el eje mesolímbico dopaminérgico, se traduce en el aumento de dopamina y serotonina, hormonas ligadas a la motivación y la estabilidad emocional.

La neuropsicóloga Cynthia Zaiatz subraya que, a diferencia de la queja que surge automáticamente, la gratitud requiere una reorientación atencional deliberada. Es un reset psicológico que interrumpe los ciclos de rumiación y estrés, desarrollando la resiliencia y favoreciendo un afrontamiento más activo de las adversidades.

Beneficios medibles: Inmunidad, inflamación y sueño

Los beneficios de la gratitud son observables también en indicadores fisiológicos:

  • Sistema inmune: la práctica está vinculada a una mayor actividad de células NK y linfocitos T (glóbulos blancos que combaten células enfermas).

  • Salud cardiovascular: se registran mejoras en la variabilidad de la frecuencia cardíaca y menores niveles de proteína C reactiva (marcador de inflamación crónica, base de enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas).

  • Sueño: las personas que realizan prácticas de gratitud antes de dormir reportan mejor calidad y duración del sueño, probablemente porque disminuyen las rumiaciones.

La health coach Sol Candotti añade que la gratitud también transforma las relaciones interpersonales, fortaleciendo la confianza y la intimidad en los vínculos, un factor crucial para la salud.

El antídoto contra la queja crónica

La psicóloga Macarena Gavric Berrios resume que quejarse sin parar es “entrenar al cerebro para ver solo lo negativo”, lo que aumenta el cortisol (la hormona del estrés) y reduce la plasticidad cerebral.

La gratitud, sin embargo, no es sinónimo de “negar lo que duele”; la diferencia radica en el momento posterior a la queja. Se trata de “entrenar la mirada” hacia lo que sí funciona. Los especialistas proponen tres acciones sencillas para cultivarla: escribir un diario de gratitud antes de dormir, concientizar lo automático (agradecer las cosas simples), y expresar el agradecimiento en voz alta a las personas cercanas.

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