A pesar de estas amenazas, Arriazu señala que el Banco Central mantiene cierto margen para intervenir y controlar la banda cambiaria mediante reservas y otras medidas, como transacciones a futuro y regulaciones sobre la liquidez.
Sin embargo, la persistente desconfianza y las bajas reservas convierten esta situación en inestable, comparándola con “una represa de papel” que sostiene momentáneamente la presión sobre el dólar, pero que podría romperse ante un evento de alta tensión como las elecciones.
El economista vislumbra un 2026 con un panorama más alentador, señalando el potencial exportador agrícola, el desarrollo del litio y la infraestructura energética como fuerzas de recuperación.
Sin embargo, advierte que el principal desafío es transitar el tramo electoral sin incidentes macroeconómicos que desaten crisis cambiarias o inflacionarias .
El pronóstico de Ricardo Arriazu plantea una conexión directa entre la estabilidad política y económica en Argentina para los próximos meses.
Aunque la incertidumbre es alta, la capacidad del Gobierno para contener el tipo de cambio y asegurar apoyos internacionales será clave para evitar escenarios de máxima volatilidad. Queda en manos de los votantes y actores económicos cómo se definirá este delicado equilibrio.