El presidente Donald Trump lanzó el insulto “Cállate, cerdita” a una periodista de Bloomberg, en un nuevo episodio de hostigamiento a la prensa. El patrón de desprecio a mujeres que lo critican es habitual, lo que genera condenas de la oposición y organizaciones de derechos.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a ser el foco de una intensa polémica por su trato descarado y sexista hacia las mujeres. En el episodio más reciente, el mandatario republicano profirió un insulto machista contra una periodista de Bloomberg que lo consultaba sobre su relación con el pederasta fallecido Jeffrey Epstein. La frase, “Calla, cerdita”, es el último ejemplo de un patrón de menosprecio y hostigamiento que el presidente utiliza contra las mujeres, especialmente si son periodistas o políticas.
El historial de actitudes sexistas de Trump hacia las mujeres es extenso y público. En los últimos días, la escalada de la confrontación se ha dirigido a los medios de comunicación. Este martes, el presidente amenazó a una reportera de ABC News con retirarle la licencia a la cadena para la que trabaja, después de que la periodista le formulara una pregunta incómoda. “No me gusta tu actitud”, le recriminó el presidente en la Casa Blanca.
El acoso como arma: Elisa Lees Muñoz, directora ejecutiva de la Fundación Internacional para las Mujeres en los Medios (IWMF), explicó a El País que el ataque de Trump no es inofensivo: “Él sabe qué sucede cuando un hombre en el poder insulta a una mujer periodista. Es el principio de una secuencia cuyas palabras tiene consecuencias. E invita a muchísimos otros hombres a que empiecen una escalada de ese mismo insulto contra las mujeres”.
El objetivo es el silencio: la experta advierte que el propósito del menosprecio es “dejar muy claro a todas las demás [mujeres] lo que va a caerles encima si les molestan”. Este comportamiento, aunque pueda parecer simple “incontinencia verbal”, genera un “retroceso democrático” en la sociedad, ya que desalienta la crítica y la exposición pública de los problemas.
El desprecio de Donald Trump se amplía al ámbito político. El magnate neoyorquino ha utilizado insultos que se centran en la apariencia de sus adversarias: a la congresista demócrata Alexandra Ocasio-Cortez la calificó de tener “un coeficiente intelectual bajo”. Nancy Pelosi, la primera mujer en presidir la Cámara de Representantes, fue tildada de “una mujer malvada” y “más loca que una cabra”. Incluso a la entonces candidata presidencial Kamala Harris la acusó de tener una “discapacidad mental”.
La retórica de Trump contrasta con la frialdad que mantiene con su esposa, Melania Trump, y la distante relación que se le atribuye con su madre, Mary Anne MacLeod Trump, una inmigrante escocesa a la que, sin embargo, reconoce como una de las pocas mujeres que admira. El aumento de los improperios del presidente ha provocado una rápida reacción en redes sociales y ha generado una ola de críticas de los demócratas, que exigen un freno a la misoginia en el Despacho Oval.
La medida de fuerza fue convocada para el 18 de diciembre.
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Morales Solá critica el ascenso de Andrés Vázquez a la ARCA por sus vínculos con el espionaje y sus causas por evasión. Según el autor, su designación carece de “autoridad moral” y coincide con un arriesgado giro cambiario exigido por el FMI.
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