El trigo es el cultivo más expectante, con una siembra que alcanzó 7,2 millones de hectáreas y proyecciones que alcanzan un volumen récord de 23 millones de toneladas.
Factores climáticos favorables, como la humedad acumulada durante el invierno, junto a tecnologías adecuadas, impulsan esta campaña agrícola.
Sin embargo, y pese a ese optimismo, la demanda internacional se presenta débil y los precios han caído, aspecto que pone en tensión los márgenes de rentabilidad. En este contexto, la pulseada pasa por aprovechar la ventana exportadora antes de eventuales cambios sobre aranceles externos.
En el caso del maíz, la producción estimada se sitúa entre 58 y 61 millones de toneladas. El cultivo tardío ha ganado terreno, dinamizando el mercado interno y contribuyendo a la recuperación de stocks que había sido afectada en campañas previas. Mientras tanto, la soja enfrenta mayores riesgos.
Se prevé una caída cercana al 3,6%, con una producción estimada de 48,5 millones de toneladas para la campaña 25/26, afectada por factores climáticos adversos y la competencia de área con el trigo. No obstante, la siembra de soja de segunda puede beneficiarse parcialmente por el aumento del trigo.