Al final, el fútbol y la pelota deciden a que gallo le tocar cantar

Después de meses de pataleo, el fútbol argentino cierra su año sin polémicas y con cierta justicia impartida por la corte suprema de la pelota. Cuando quieren pueden.

Leonardo Peluso – pERIODISTA

Cuando quieren, pueden no hacer enchastre, ni tapar los inodoros, ni volarle los sesos a la coherencia. Con grandes partidos, bien jugados, sin las narices del VAR hundiendo sus mocos, con la justicia del fútbol sin discusiones, el bendito y maldito fútbol argentino va poniéndole fin a la obra con una final entre Estudiantes y Racing que revela unas cuantas fotos que hasta hace unos meses parecían de terror.

Al final, Estudiantes y su encono personal con la AFA y Claudio Tapia no jugaron ni un minuto en todos los play off. El Pincha superó sus cruces de definición por la fuerza propia de su juego y destruyó las propias hipótesis que lo iban a voltear porque fue mejor equipo que los rivales. Los conspiranoides dirán que hacerle caso a Discépolo con eso de que “el que no llora no mama” le hizo bien; un verdadero contrafáctico.

Los caballeros de los partidos arreglados que guionaron este final de la Liga Profesional desde los medios y las redes, adelantando que Di María y Paredes jugaban la final, que Central Córdoba era el caballo del comisario, que le iban a dar una mano a River para que entre a la Libertadores, fallaron, pero como nunca pierden, seguirán sentados en la mesa del bar certificando que el fútbol está todo podrido. Ni siquiera la de Madryn les salió limpita.

De Racing nadie hablaba y está en la final luego de eliminar a River y a Boca en fila, pateando el trasero de los buenos modales de enciclopedia de los DT modernos. Gustavo Costas a veces parece salido de los tiempos de Porcel y Olmedo y se mata de risa de las nuevas olas. De Estudiantes hablaban todos —sin olvidar que entró al octogonal por la claraboya mirando la TV de los otros partidos— porque lo iban a voltear y hasta se habló del descenso y también llegó al último partido con chances de meter doblete de títulos.

El fútbol como juego es un fenómeno indomable, más aún en las grandes ligas, donde la renta del negocio es eso que cualquiera puede ganar o perder o empatar. No es que son súper honrados o que son bondades puras puestas al servicio del fuego sagrado del deporte. Ganar es rentable y más aún si tenés menos chances porque así funciona mucho mejor la ruleta de la vida. Es posible que el fútbol argentino tenga unas cuantas cañerías tapadas de podredumbre, pero también hay momentos en que el juego mismo las purifica y las destapa.

Por eso, amigos y amigas lectores de este espacio, a veces es mejor tomar con pinzas algunas riñas de gallos porque esas sí están arregladas.

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