Sin embargo, a veces la vida con sus vueltas inentendibles y dolorosas te ponen pruebas muy complejas de atravesar. Así fue que de forma totalmente inesperada y con un cuarto de bebe ya armado, Silvina y Juan tuvieron que sortear—nuevamente— una pérdida más. “En el segundo intento de fecundación, la clínica nos notifica de que estábamos embarazados. Ahí, cuando se cumplieron los primeros tres meses, fuimos, compramos el carrito, el huevito para el auto, armamos la habitación, y cuando se iban a cumplir los cinco meses, se pierde nuestro bebé”, cuenta Silvina con la mirada fuerte, de alguien que tiene ya el cuero curtido de tanto aguantar.
Juan, quien siempre busca palabras y razones, intenta explicarlo: “Hubo una complicación con la gestante, a nivel de salud”, mientras Silvina aclara dos veces más “se pierde, se pierde”, con un gesto que asegura que fue así como pasó, y que a veces es imposible tratar de entender esas cosas de la vida que no tienen explicación. “Hubo un momento bisagra en mí”, se señala Juan, “o sea, uno viene de 10 años de procesos y trayectos, tratamientos de baja y alta complejidad, de yo tener que pincharla a ella para estimularla miles de veces. Ella se tuvo que intervenir quirúrgicamente. Entonces en ese momento, en mí se derrumbó un montón de sueños. Después de todas estas instancias uno piensa ‘no puede estar pasando esto’. Entonces ahí yo me cerré en mí mismo y le pedí a Sil que hiciéramos un parate, avisarle a la clínica que íbamos a esperar, y ver de retomar más adelante en algún otro momento”, cuenta Juan conmovido, develando uno de los momentos más fuertes para él.
“Él estaba roto”, agrega Silvina, “me decía: ‘yo no puedo soportar una pérdida más’ ”. “Ese parate a mí me sirvió para también hacer mi duelo”, concluye Juan mirándola a ella. “Yo soy más racional, mucho más racional. Sí hice mi duelo, pero yo tengo otras herramientas por mi profesión. Por lo pronto, voy más para adelante. Entonces hice mi duelo. De hecho, hicimos la bendición, le pusimos un nombre al bebé, era un bebé varón, y ya está, cerramos ese capítulo. Y yo decidí nunca llamar a la clínica y dije: ‘bueno, esto va a seguir y cuando llegue, llegará’”.