El 16 de diciembre de 1775 nació Jane Austen, y exactamente 250 años después, la Embajada Británica en Argentina se transformó en un escenario salido de sus novelas para homenajear su legado. Entre abanicos, trajes antiguos y coreografías coordinadas, decenas de invitados celebraron la vigencia de una autora que, dos siglos y medio más tarde, continúa siendo un espejo de las complejidades humanas, el poder y las limitaciones de género.
La celebración tuvo como eje central la presentación del libro “Queremos tanto a Jane”, de la periodista Juana Libedinsky (colaboradora de LA NACION). Vestida para la ocasión, Libedinsky dialogó con el historiador Klaus Gallo sobre el fanatismo internacional de los denominados “Janeites”, un fenómeno que la llevó a recorrer desde simposios académicos en Inglaterra hasta centros industriales en Estados Unidos, concluyendo que ningún encuentro fue tan “fantástico” como el de Buenos Aires.
El embajador británico, David Cairns, destacó que los temas de Austen —la sociedad, el papel de la mujer y el dinero— siguen siendo universales. Durante el encuentro, se analizó el contexto convulso en el que escribió la autora: una Gran Bretaña marcada por la pérdida de las colonias norteamericanas y la amenaza constante de Napoleón. Libedinsky explicó que lo que a veces se percibe como “charlas banales sobre el té y el baile” era, en realidad, una estrategia de subsistencia en un mundo donde el matrimonio era la única salida laboral para las mujeres mientras los hombres morían en el frente.
La ambientación fue total: tras la charla, el grupo Jane Austen Argentina realizó bailes típicos del siglo XIX. La merienda consistió en un té a la inglesa que incluyó detalles minuciosos, como galletitas y cupcakes que recreaban el retrato de la escritora. La atmósfera permitió a los asistentes sumergirse en la estética de las novelas de Austen, mientras se debataba sobre su agudeza para retratar quién tiene el poder y qué precio se paga por las elecciones personales.
Para Libedinsky, la clave de la permanencia de Austen reside en su capacidad para hablar sobre la facultad de ver el mundo con claridad y, aun así, elegir un camino propio. El evento en la embajada no fue solo un ejercicio de nostalgia estética, sino una reafirmación de que Jane Austen “sigue sabiendo demasiado sobre nosotros”, consolidándose como una figura que trasciende la literatura para convertirse en un ícono de la cultura popular contemporánea.